¿Te has puesto a pensar cuánto cuesta y qué implica abrir una llave y tener agua en tu casa?
En la CDMX, contar con agua implica el trabajo de miles de personas, la extracción del subsuelo y el traerla de otras cuencas, como el Sistema Lerma-Cutzamala, dada nuestra elevada demanda, entre muchas otras cosas. Además, nuestra urbe se ubica a más de 2 mil metros de altura, lo que dificulta aún más el abasto.
Vivimos en una constante búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento, pues sobre explotamos las que están disponibles. No se tienen registros de cuándo inició la sobreexplotación, pero se estima que desde los años 40 del siglo pasado se comenzó a notar el hundimiento de distintos puntos de la ciudad.
Los hundimientos van de los 6 cm/año a más de 30 cm/año. Sólo el centro de la ciudad se ha hundido cerca de 10 metros en los pasados 60 años. El hundimiento daña el drenaje profundo, los sistemas de bombeo del drenaje y la infraestructura, entre otros.
Actualmente, nuestro acuífero tiene un balance hidráulico negativo: por cada metro cúbico que se extrae sólo se recargan 300 litros, es decir, ¡apenas un 30%!
El agua de lluvia que no se deposita en los cuerpos de agua superficiales o se infiltra al acuífero prácticamente se desperdicia. De hecho, se estima que del agua que llega al drenaje profundo 80% proviene de lluvia y 20% de aguas negras.
A medida que pasa el tiempo, se hace necesario bombear a mayor profundidad, con lo que la calidad del agua decrece, se incrementan los costos de operación y potabilización y se agudizan los hundimientos. Y para rematar, las tuberías son tan viejas y están tan deterioradas que entre 35 y 40% del agua se pierde por fugas.